Mientras la industria del automóvil avanza a pasos firmes hacia la electrificación, algunos fabricantes de superdeportivos mantienen el pie firmemente anclado en el acelerador del motor de combustión. Aunque muchos ya han presentado prototipos o modelos híbridos, la mayoría de estos fabricantes se resisten a dar el salto completo a los coches 100 % eléctricos. Las razones van desde la demanda real del mercado hasta el componente emocional del placer de conducir.

Koenigsegg: «Un eléctrico es más robot que animal»

Christian von Koenigsegg, fundador de la marca sueca que lleva su nombre, ha sido claro al respecto: no hay planes inmediatos para lanzar un modelo eléctrico. En una reciente entrevista con Top Gear, declaró que «el interés en el mercado por este tipo de coche, completamente eléctrico, es extremadamente bajo». Pese a apreciar su suavidad y respuesta, von Koenigsegg cree que los entusiastas buscan «dialogar con la bestia». «Quieres los latidos, el calor, los sonidos, los cambios… todo lo que hace que el coche esté vivo.»

Koenigsegg comparó esta situación con la industria relojera: cuando llegaron los relojes digitales muchos pensaron que los mecánicos desaparecerían. Sin embargo, hoy en día los relojes artesanales siguen siendo objetos de deseo. «Nuestros coches son como esos relojes mecánicos», remata von Koenigsegg. No en vano, su Jesko con motor V8 biturbo de 1.603 CV sigue siendo la joya de la corona y para dentro de algo más de un año preparan una gran novedad en su gama.

Pagani: «Nuestros clientes no quieren eléctricos»

En Italia, Pagani llegó a desarrollar una versión totalmente eléctrica del Utopia. El proyecto, que comenzó hace ocho años, involucró a proveedores de primer nivel como Mercedes-AMG. Pero todo se vino abajo por una sencilla razón: nadie la quería. «Cuando mostramos la idea a nuestros concesionarios y clientes, no hubo interés», reveló Sebastian Berridi, portavoz de Pagani, a CarBuzz.

La marca, que produce apenas 50 unidades al año, no puede permitirse arriesgar su estabilidad financiera. Por eso, decidieron abandonar el modelo eléctrico y seguir confiando en el motor V12 de origen Mercedes-AMG, homologado como mínimo hasta 2030 en Europa. «La ingeniería mecánica es una celebración cerebral que el cliente necesita», afirmó Berridi.

El problema no es técnico, es emocional

Aunque técnicamente es posible fabricar superdeportivos eléctricos con cifras espectaculares —como lo ha demostrado el Rimac Nevera con sus récords de aceleración—, el entusiasmo del público no acompaña. De hecho, Rimac no ha conseguido vender las 150 unidades previstas del Nevera. Marcas como Ferrari y Lamborghini han retrasado sus planes eléctricos, y Maserati canceló el desarrollo de una versión eléctrica del MC20.

La clave está en que estos coches no se compran solo por sus prestaciones. Se compran por la experiencia: el sonido del motor, las vibraciones, el olor a gasolina, la conexión con la máquina. Elementos que, de momento, los motores eléctricos no pueden replicar.

La conclusión sería que vamos a asistir a una transición más lenta para los más rápidos. Los superdeportivos seguirán evolucionando, pero quizá a otro ritmo. La tecnología eléctrica ofrece muchas ventajas, pero aún no logra enamorar a los entusiastas de los motores de altas revoluciones. Para marcas como Koenigsegg o Pagani, la electrificación total solo llegará cuando el corazón mecánico deje de latir por obligación. Y por ahora, eso no parece cercano.

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