Que los coches ahora son más grandes que hace décadas es una realidad indudable. Ya hemos visto que con el paso de las generaciones los modelos ganan en longitud para adaptarse a las necesidades y eso tiene aspectos positivos, pero también negativos. En esta ocasión vamos a centrarnos en que son cada vez más altos y que eso compromete la seguridad vial. Al menos, así lo demuestra un estudio reciente que analiza el efecto que causa tener el capó a más altura en caso de accidente, haciendo especial hincapié en los atropellos a peatones y en la visibilidad.

Según el análisis de T&E, el capó de los coches nuevos se situó a una altura media de 83,8 centímetros en 2024. Es un incremento significativo respecto a los 76,9 centímetros que se registraban en 2010 y eso se debe a que las ventas de SUV han ganado mucho protagonismo. Los todocaminos apenas representaban el 12 % del mercado en 2010 y actualmente están en el 56 % de la cuota. Como no hay regulaciones respecto a la altura del capó, su cota ha ido subiendo y con ella la gravedad de los atropellos a peatones. Es cuestión de pura física, pues el impacto sucede por encima del centro de gravedad, afectando a órganos vitales.

Cuanto más alto sea el frontal de un coche, más probable es que la persona sea desplazada y no empujada por el vehículo en caso de colisión. Otro estudio hablaba que 10 centímetros más de altura en el capó eleva el riesgo de muerte en un 27 % para peatones, ciclistas y otros usuarios vulnerables. Por no hablar de otra cuestión como es la visibilidad desde el interior. El vehículo más alto que está a la venta en la Unión Europea es el Ram TRX y desde él no se verían niños de hasta nueve años (1,36 metros de altura). Incluso en otros como en el Land Rover Defender el problema es patente, ya que no se ven niños de cuatro años y medio (1,1 metros).

Para poner el contrapunto, un compacto medio como es el Volkswagen Golf permite ver a la perfección a los niños y es más seguro en caso de atropello. Hay muchas organizaciones que están instando a la Unión Europea a que regule este aspecto y limite la altura del capó de los coches para 2035. De hecho, va dentro de un paquete de medidas que servirían para controlar el aumento de dimensiones en los vehículos. Lo ideal sería una altura de 85 centímetros como máximo, algo que haría que la media pudiera bajar y que se redujeran las muertes por atropellos.

Este aspecto no está reñido con la electrificación, ya que se ha demostrado que los modelos eléctricos suelen tener siluetas más bajas que otros de combustión, siempre buscando una mayor eficiencia aerodinámica. Va más allá de este aspecto y ligada directamente con el diseño robusto que se trata de impregnar en los todocaminos. Veremos si sale alguna medida de forma oficial, aunque está claro que la seguridad vial depende de esta variable y que los coches altos no salen bien parados.

Fuente: T&E

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