La historia de Alpine es una de las más fascinantes del automovilismo francés. Fundada en 1955 por Jean Rédélé, un joven francés apasionado por la competición y que tenía siempre a Renault en la mente. Sin embargo, no siempre cumplía con sus expectativas y precisamente Alpine fue concebida con la idea de crear coches deportivos ligeros y eficaces a partir de mecánicas sencillas. Y vaya si lo consiguió, pues la filosofía de la marca se mantiene más de medio siglo después.
Su nombre hace referencia a los Alpes, escenario ideal para las pruebas de rally y donde Rédélé había cosechado éxitos como piloto. Su espíritu combinaba la ingeniería accesible con una ambición competitiva que pronto llevaría a la marca a dejar huella más allá de las fronteras francesas. Comenzaría con la preparación de un Renault 4CV y con el seguimiento de cerca por parte de la firma del rombo. De hecho, lo que hicieron fue contratar a Rédélé para poder aprovechar su talento.Los primeros pasos
El primer modelo, el Alpine A106, derivado del Renault 4CV, debutó en 1955 con una innovadora carrocería de fibra de vidrio. Su ligereza y aerodinámica marcaron el camino a seguir, mientras que le acompañaban hitos como la victoria en su primera carrera. La popularidad llegaría pronto y le permitiría a Rédélé aumentar su gama Más adelante lanzó el A108 y su taller en Dieppe fue aumentando su capacidad para convertirse en una fábrica. Allí iba evolucionando sus modelos, con la ayuda de las mecánicas fiables de Dauphine-Gordini. Como nota curiosa, el A108 también fue producido por FASA-Renault en Valladolid.
Poco después llegaría el mayor éxito en la historia de la firma. El Alpine A110 se posicionaba como un sucesor ejemplar para el A108 y se convertiría en el icono absoluto: ligero, eficaz, ágil y con una estética inconfundible. El A110 fue concebido como una herramienta de competición y pronto se ganó el respeto de los pilotos y equipos. En 1973, Alpine ganó el primer Campeonato Mundial de Rallyes de la historia de la FIA, superando a marcas de renombre como Porsche y Lancia.
Evolución, Renault y desaparición temporal
El éxito comercial e industrial hizo que Renault colaboraba estrechamente con Alpine en el suministro de motores y componentes. Nunca dijeron que no a los planes de Rédélé y el apoyo fue clave en su crecimiento. En 1973, Renault adquirió oficialmente Alpine, dando pie a una nueva etapa en la que ocupaba un lugar bajo el paraguas de Renault Sport, junto a Gordini. En esos años, la marca desarrolló modelos como el Alpine A310, el más ambicioso hasta entonces, y el GTA, ya con una visión más orientada al gran turismo.
En los años 80 y 90, Alpine intentó rivalizar con Porsche en Europa, pero las exigencias del mercado y la fuerte competencia dificultaron la viabilidad de sus modelos. Fue una etapa muy complicada y con bajos niveles de ventas. Finalmente, en 1995 cesó la producción de la firma tras el lanzamiento del A610, un coche tan avanzado como incomprendido en su época. La marca entró en letargo, aunque nunca fue olvidada por los aficionados.
El renacimiento
Con el cambio de siglo comenzaron los rumores sobre una posible vuelta de Alpine. Renault tuvo varios proyectos y prototipos que podían dar lugar a la vuelta de la división deportiva, pero no terminaba de encajar. Fue finalmente en 2017 cuando Renault resucita Alpine con el nuevo A110 y muchos planes de futuro. El deportivo se trata de una reinterpretación moderna del clásico de los 60, aunque con los avances de la era actual.
El nuevo modelo recupera la filosofía original: ligereza, agilidad y placer de conducción, acompañados de un diseño que rinde homenaje al original. Este A110 moderno ha sido alabado por la crítica internacional por su comportamiento dinámico, su estética retro-futurista y su pureza como deportivo. La gama se ha expandido con variantes como el A110S, con mayor potencia y firmeza en el chasis, el A110 GT más refinado, y el A110 R, enfocado directamente en el rendimiento en circuito.
El logotipo de Alpine
El logotipo de Alpine es una «A» inclinada y estilizada, acompañada de una flecha que transmite dinamismo, velocidad y ambición. A lo largo de los años, este emblema ha mantenido su esencia original, convirtiéndose en uno de los símbolos más reconocibles del automovilismo francés. Su simplicidad visual encierra una gran carga emocional para los entusiastas de los coches deportivos.
En sus últimas reinterpretaciones, ha ganado protagonismo en la parrilla y los detalles del vehículo, reforzando la identidad visual de la marca. Otro punto que también hay que mencionar es que Alpine siempre ha estado relacionada con el color azul. Esa decisión viene desde la época del A110 original y a la relación de este tono con la bandera francesa. Sacaron muchos azules que triunfaron en los 80 y pasaron a la actualidad tras su resurrección.
Competición
Alpine siempre ha tenido la competición en su ADN. Además de los éxitos en rallys durante los años 60 y 70, la marca ha brillado también en resistencia. Participó en las 24 Horas de Le Mans en los años 70 con prototipos como el A442B, que logró la victoria absoluta en 1978. En esa época son muchos los modelos de carreras lanzados por la firma, con algunos inolvidables en los Grupo 6 y 4.
Ya en el siglo XXI, Alpine regresó a la resistencia bajo la estructura Signatech Alpine, logrando victorias en Le Mans en la categoría LMP2 (2016, 2018 y 2019) y consolidándose como un actor importante en el Campeonato Mundial de Resistencia (WEC). En 2021, Alpine dio un paso más y debutó en la Fórmula 1, tomando el relevo de Renault F1 Team, con una imagen renovada y pilotos de primer nivel.
Presente y futuro electrificado
Bajo el amparo del grupo Renault, Alpine está destinada a convertirse en la marca deportiva 100 % eléctrica del conglomerado. La gama está en plena expansión y se espera que haya un A110 eléctrico, además de otras carrocerías. La prueba es la llegada del Alpine A290, un pequeño urbano que comparte base técnica con el Renault 5. Se ganó el galardón al Coche del Año en Europa 2025. El último lanzamiento ha sido el del Alpine A390 GTS, un todocamino en clave eléctrica que quiere sorprender por su rendimiento.
En definitiva, Alpine representa la pasión francesa por la conducción, el diseño y la competición. Su historia es un vaivén de desafíos, victorias y resurrecciones, pero siempre con la misma esencia: emocionar al volante. De los tramos nevados de Monte Carlo a las curvas de Le Mans o los paddocks de Fórmula 1, Alpine ha demostrado una y otra vez que su nombre está ligado al rendimiento y la emoción. Hoy, la marca vive un renacimiento vibrante, dispuesta a conquistar una nueva generación de entusiastas con coches eléctricos que prometen mantener intacta la conexión emocional con la carretera.